Déficit de atención (TDAH) en tiempos de exceso

·Por Ivan Barinaga

Hoy quiero traer una idea que incomoda un poco, pero que vale la pena pensar:
a veces el diagnóstico de TDA ayuda… y a veces nos limita.

Esto sucede porque, cuando lo convertimos en una identidad, empezamos a movernos como si “ser así” definiera lo que podemos o no podemos hacer.

“Soy distraído, es mi TDA”
“No puedo concentrarme, es por el TDA”
“Yo soy así”

Y sin darnos cuenta, dejamos de ver algo clave: la atención, en 2025, está desajustada en casi todos nosotros, tengamos o no un diagnóstico.

Vivimos inmersos en una tormenta de estímulos que ningún cerebro humano está diseñado para procesar: notificaciones, pantallas, multitarea constante, cambios de foco cada pocos segundos, contenido infinito.
El entorno es tan intenso que la capacidad de sostener atención (esa habilidad que evolucionó para cazar, observar, esperar) se desorganiza fácilmente.

No es solo un tema individual, es un problema del contexto.

Por eso, si bien el diagnóstico puede aportar claridad, reducciones y explicaciones útiles, también puede convertirse en una etiqueta que tapa algo más profundo: tu atención no falla porque vos fallas. Falla porque el entorno te pide algo para lo que no estamos preparados evolutivamente.

Desde ACT: no controlar la atención, sino relacionarte mejor con ella

La Terapia de Aceptación y Compromiso tiene una mirada muy distinta:
no se trata de lograr “atención perfecta”, sino de entrenar habilidades para convivir con una atención imperfecta sin quedar atrapado en ella.

Algunas propuestas concretas:

1. Notar, no pelear

En vez de frustrarte porque tu mente se dispersó, aprendé a decir “ah, ahí se fue de nuevo”. Ese pequeño gesto reduce la lucha interna y recupera capacidad de elegir.

2. Volver, aunque sea tarde

ACT insiste en este principio: la victoria está en volver, no en nunca distraerse. Cada regreso es una repetición que fortalece la atención como músculo.

3. Elegir un ancla

Puede ser la respiración, la sensación del cuerpo en la silla, o una sola frase que te recuerde tu propósito. Esa ancla te permite volver sin enojo o frustración.

4. Acciones valiosas → foco natural

Cuando la conducta está guiada por valores (lo que realmente te importa), la atención se orienta mejor. ACT no busca controlar la mente sino comprometerte con lo que te importa, incluso con la mente ruidosa.

5. Mini-entrenamientos diarios

Para comenzar sin entrar en meditaciones profundas o saltos grandes: 30 segundos, 1 minuto, 5 minutos de simplemente observar.

Estas son algunas de las herramientas que tiene ACT para trabajar la atención y como te relacionas con ella.

Conclusión

El déficit de atención no es solo una condición clínica: es un síntoma de la época. Pero no estás condenado. Ni por el diagnóstico ni por el contexto.

La clave no es forzar al cerebro a funcionar perfecto, sino aprender a trabajar con él, entrenarlo, acompañarlo y orientarlo hacia lo que te importa.

Y sobre todo: no define quién sos, define cómo estás hoy.